
No sé si os he comentado que yo viví tres años en Bruselas. Fue una época...extraña. Quizás yo no pasaba por mi mejor momento personal y la pagué con esta ciudad. Cuando me fui juré no volver a pisarla nunca más. Hoy día reconozco lo injusto que fui; en aquel momento no supe ver la ciudad en la que vivía y ahora ( espero que con la lección aprendida de la asignatura de la vida) por fin he hecho las paces con Bruselas.
Y "voilá" ahora, por fin, disfruto de toda la variedad de sus chocolates ( que son cientos y buenísimos), sé apreciar sus cervezas ( mi favorita la de frambuesa, os juro que su sabor es alucinante) veo sus edificios modernistas por todas partes, disfruto muchísimo en las librerías enormes llenas de comics y cuando llueve ( que es un día sí y el otro también) ya no me importa tanto. Para eso están los paraguas,¿no?